El <<tiro al pavo>> de las Marianas 

Una segunda oleada de 62 bombarderos y 48 cazas fue lanzada por los 6 portaaviones de la formación principal, uno de los cuales, el Tahio, fue torpedeado por el submarino americano Albacore unos minutos después del inicio de las operaciones de vuelo. Una vez más el intenso fuego de defensa de la línea de batalla infligió duras pérdidas a los atacatnes (79 aviones de 110), mientras que una tercera oleada de 47 aviones, que había intentado cercar las naves, perdió solos siete, pero sin conseguir avistar más que poquísimas unidades. Lo mismo sucedió en la cuarta incursión lanzada a las 11.30: de 82 aviones, sólo 38 consiguieron entrar en contacto con las formaciones americanas y sufrieron pérdidas muy importantes. 
Los portaaviones japones habían realizado el máximo esfuerzo sin causar daños sustanciales a la Task Force 58. La formación nipona sufrió pérdidas desastrosas cuando el submarino norteamericano Cavalla alcanzó con cuatro torpedos el portaaviones Shokaku, que saltó por los aires y se hundió a las 15.10, seguido poco después por el Taiho. Ozawa todavía no tenía intención de darse por vencido, porque seguía creyendo que los aviones con base en tierra del almirante Kakuta habían causado daños importantes al enemigo y los 102 aviones que le quedaban bastarían para reducir a Spruance. Además Kakuta le había dicho que muchos supervivientes se habían refugiado en Guam. 
Al día siguiente las dos flotas enemigas se dirigían hacia el noroeste por rutas casi paralelas. El almirante Spruance, en cuanto tuvo conocimiento de la posición de Ozawa hacia el atardecer, ordenó un ataque con una oleada de 77 bombarderos en picado, 54 torpederos y 85 cazas, aunque era consciente de que, dado que los portaaviones japoneses estaban muy lejos, en el límite del radio de acción de sus propios aviones, éstos deberían realizar el recorrido de regreso en plena oscuridad. El ataque causó el hundimiento del portaaviones Hiyo, alcanzado por dos torpederos, y graves perjuicios en el Zuikaku, Junyo, Chiyoda y otras unidades. Ozawa había perdido así la que él mismo reconocía como última ocasión de una victoria decisiva. Sus aviones, muy poco adiestrados, habían sido abatidos en tal proporción que los pilotos americanos llamaron a la batalla aérea del 19 de junio el gran <<tiro al pavo>> de las Marianas. El 20 de junio, terminado el ataque, los aparatos regresaron a sus portaaviones a las 22.45 casi sin carburante. 

Un juicio de doble filo 

En un análisis restrospectivo resuta difícil criticar a Ozawa en cuanto se refiere a su acción de mando. El error táctico mas importante, es decir, el ataque a la línea de batalla de los buques estadounidenses, se debe imputar a la falta de experiencia de los pilotos. La superficialidad de Kakuta, que siguió comunicando informaciones inexactas, indujo a Ozawa a creer que los ataques habían conseguido resultados superiores a los reales y que sus aviones habían conseguido regresar a Guam. 
Dadas estas circunstancias y habida cuenta del hecho de que era netamente inferior en el plano numérico, dificilmente hubiera podido hacer otra cosa mejor; en resumen, aun con mayor ayuda de la suerte y personal más capaz a sus órdenes, solamente un milagro hubiese podido darle la victoria sobre la Task Force 58. Los japoneses, en inferioridad numérica, eran deficitarios no solo en cuanto a personal entenado, sino también en carburante; además, las materias primas estratégicas y el petróleo crudo, cuya escasez había empujado al Japón hacia la guerra, ya no podían transportarse a la madre patria si no con grandes dificultades, dada la carencia de mercantes; en fin, el ritmo de construcción de los astilleros no alcanzaba a compensar las pérdidas. Por parte estadounidense se lanzaron recriminaciones contra Spruance, en particular por parte del almirante Halsey y de sus defensores, los cuales afirmaban que su prudencia había hecho perder a la Task Force 58 la ocasión de hundir todos los portaaviones de Ozawa y eliminar así totalmente toda la marina imperial. Según estas críticas, no podía aceptarse el hecho de que las órdenes y las decisiones de Spruance siempre hubiesen considerado como exigencia principal el tener bajo control los movimientos de Ozawa para impedirle llegar a entablar contacto, en aguas de Saipán, con las fuerzas de desembarco estadounidenses que, por su naturaleza, eran muy vulnerables. Sin embargo, no se hubiese concedido ningun tipo de indulgencia a Spruancesi los portaaviones de Ozawa se le hubiesen escapado y hubiesen causado pérdidas insostenibles a las unidades anfibias. Los críticos, además, tienden a pasar por alto el hecho de que solo cuatro mesesmas tarde, en Leyte, Hasley mordió el anzuelo que le tendió Ozawa. En efecto, aunque con pérdidas severas para los portaaviones japoneses, la formación principal del almirante Kurita penetró en la zona de desembarco y solamente el desesperado coraje de los portaaviones ligeros y de las unidades de escolta, que defendían el área de invasión, salvó a los estadounidenses del desastre. Los historiadores han sido más generosos con Spruance que sus colegas almirantes en 1944. 


 
Grupo de Ceros listos para partir, en algún lugar de Filipinas en 1944 

 
En esta rarísima fotografía, se puede ver a Mitsubishis A6M5 Ceros calentando motores en la cubierta del portaaviones japonés Junyo el 19 de junio de 1944 

 
El portaaviones japonés Zuhio fotografiado por uno de los aviones atacantes. Hundido en la Batalla del Golfo de Leyte, en octubre de 1944 

 
Un bombardero pierde un ala al ser alcanzado por un proyectil de 127 mm procedente del portaaviones Yorktown 


Aviones que combatieron 


Caza Grumman F6F Hellcat (estados unidos) 

 


Bombardero en picado Curtiss SB2C Helldiver. (estados unidos) 

 


 


Caza Mitsubishi A6M3 <<Cero>> (Japón)